Para ningún habitante de la capital chocoana es un secreto la cruda realidad que el pueblo quibdoseño -especialmente la juventud- vive actualmente. Si bien la violencia del conflicto ha estado presente desde hace mucho tiempo en este territorio, lo que se vive hoy es el ápice de una violencia que no ha cesado sino que cada vez crece más.
Quibdó ha ocupado en los últimos ocho años los tres primeros puestos con las tasas más altas de homicidios entre las 32 capitales del país. (Pacifista, 2020) “De acuerdo con el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial Contravencional y Operativo de la Policía Nacional -SIEDCO-, entre 2017 y 2019, la cifra de muertes violentas [en Quibdó] no superó el centenar de casos; pero el número llegó a 151 en 2020. Y las principales víctimas fueron los jóvenes: el 54 % de los quibdoseños asesinados el año pasado son menores de 30 años.” (Pacifista, 2021).
Más que ser espectadores de cifras, hoy somos testigos de toda una generación que vive con miedo, que no puede habitar su ciudad libremente porque no sabe en qué momento una bala los pueda alcanzar y acabar con su proyecto de vida. Los jóvenes de Quibdó viven con la muerte respirándoles en la espalda, y como sociedad cada día naturalizamos más esta situación. Hemos vuelto paisaje el hecho de que el conflicto y la violencia que se vive en los barrios afecta principalmente a los niños, niñas y adolescentes y que son ellos quienes sufren las heridas de un conflicto que han heredado.

Por: María José Rojas
Investigadora ASINCH
Es urgente que como sociedad observemos de frente esta situación desde una mirada que reconozca las complejidades y la verdad que existe detrás de cada joven muerto y de aquellos que están vivos pero cansados de ver morir a amigos y familiares en medio de las disputas territoriales y las fronteras invisibles. Se hace urgente que nos detengamos a ver la situación más allá de las imágenes amarillistas que rondan por los grupos de whatsapp y las cifras que a medida que ascienden menos impacto generan. Es necesario ver el conflicto a profundidad desde la experiencia de los jóvenes y lo que tienen por decir a través del arte y de sus propias voces que no han sido escuchadas.
En medio de este panorama, ExpoRenacientes emerge como una oportunidad para ver de frente esta situación que vive el pueblo quibdoseño propiciando un espacio de exposición de distintas piezas distribuidas en tres momentos, donde confluyen las voces de los jóvenes del Centro de reclusión de adolescentes y jóvenes ‘Juan Andrés Mosquera Asprilla’ así como de la juventud quibdoseña en general. A partir de objetos, imágenes y sonidos se indaga sobre las realidades, experiencias, violencias y afectaciones que ha vivido la juventud Chocoana por razón del conflicto armado. Visitar la exposición es sumirse en un recorrido sensorial donde cada pieza abarca no solo un discurso, sino que interpela al ciudadano y le permite adentrarse en las complejidades de un conflicto que va más allá de una guerra de bandos. Las piezas de la exposición plantean preguntas y conversaciones pendientes, a las cuales muchas veces no les hemos dado espacio en la cotidianidad.

En un primer momento las piezas dialogan en torno a “las raíces del conflicto” y la historia de destierro que ha vivido el pueblo chocoano, que a su vez da lugar a la situación actual. Esta parte de la exposición da lugar a un relato de una verdad que no se remonta sólo a los límites temporales del conflicto armado colombiano, sino que reconoce cómo éste se ha alimentado de herencias coloniales y racistas que vienen de tiempo atrás, a la vez que se ha articulado con un proyecto de desarrollo basado en la explotación y el extractivismo que se entrelaza con el conflicto y el daño ambiental del territorio. En esta parte, piezas como la olla y la azotea hacen que el visitante se piense el desarraigo no sólo como un relato histórico sino como una experiencia colectiva que se alimenta de las vivencias y el pasado de cada uno. De esta manera, las piezas interpelan al visitante sobre sus raíces, su legado cultural y el papel de este tanto en las dinámicas del conflicto como en las prácticas de resistencia.
En la segunda parte de la exposición, las piezas nos van llevando a preguntarnos sobre cómo el conflicto que se vive en Quibdó afecta los cuerpos-territorios, en específico, los cuerpos de los jóvenes afrodescendientes, hombres y mujeres de manera diferenciada. Invita a pensar en la forma en que se construyen las fronteras invisibles en la ciudad así como el fenómeno del reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes por parte grupos armados organizados. Esta parte de la exposición hace que como espectadores miremos de frente cómo los jóvenes viven el destierro de sus territorios, sus cuerpos y su cultura, fundiéndose en los flujos de la guerra que los instrumentaliza y les marca un destino del que buscan renacer.
Como último momento de la exposición, a partir de instalaciones, piezas sonoras y audiovisuales, se nos presentan las narrativas que tiene la juventud sobre su futuro: la sensación de desesperanza que viven quienes se encuentran en la guerra, pero también las narrativas de resistencia gestadas desde el cuidado, el autoreconocimiento, el empoderamiento y el trabajo colectivo. Esta parte de la exposición nos permite ver que en medio del oscuro panorama que vive la juventud quibdoseña, esta sigue resistiendo, y gestando futuros de paz desde el arte y la juntanza. Este momento de la exposición surge como una oportunidad para pensar nuestro rol en un contexto permeado por la violencia que a su vez requiere de espacios donde los jóvenes puedan desarrollarse por fuera de las dinámicas del conflicto y pensarse otros futuros posibles.
ExpoRenacientes es un espacio donde encontrarán plasmadas las voces de una juventud que resiste pero que cada vez aguanta menos. Esta es una invitación a asistir a esta exposición y pensarnos esta coyuntura, que en realidad es un continuum de violencia que no ha parado y que cada día se acerca más al límite de lo que una comunidad puede soportar. Sean testigos de esta recopilación de relatos que nos interpelan como ciudadanía y nos llama a una renovación y a construir otros futuros posibles en los que realmente podamos hablar de “no repetición”.
Te invitamos a esta exposición que estará abierta al público de 9:00 a.m. a 12:00 m. y de 2:30 p.m. a 5:30. p.m. En el Bloque 11 de la Ciudadela universitaria. Barrio Medrano